Te quiero abierta, mojada y temblando
Las luces de la ciudad titilaban a lo lejos. Elena cerró las cortinas con lentitud, dejando solo el resplandor suave de su lámpara de escritorio. Su cuerpo ya respondía al ritual. Los pezones duros rozaban la tela de su batín negro, el satén acariciándola como una promesa. No llevaba nada debajo. Ni bragas. Ni sostén. … Leer más