24 horas follando con un desconocido

Tenía más de tres semanas aburrida, después de la pandemia tenía más de dos años sin follar con nadie y ya estas dos semanas me estaba volviendo loca. Necesitaba conocer a alguien, porque ya los hombres que conocía y que me había follados años atrás no me apetecían para nada. Quería una polla nueva, grande, alguien nuevo.

Me bajé entonces una plataforma de estas donde conoces gente cerca de tu barrio y entre varios y varios, uno me resultó interesante, no era el más guapo, pero si el más interesante. Me pareció que podía despertar en mí el deseo sexual que estaba dormido.

Todo comenzó chateando

Conocí a este fulano, vivía cerca y casualmente teníamos amigos en común, lo que me permitió sentir algo de confianza, aunque eso no te garantiza que no sea un loco. Pero estaba tan desesperada por follar, por tener una polla dentro de mí, que no me importaba nada. Le di mi número de teléfono primero, estuvimos hablando un día de cosas banales, la vida, lo que le gustaba comer, donde había yo trabajado y al día siguiente la conversa se comenzó a poner caliente.

Por el chat no llegó a pasarme fotos de su polla, pero no hacía falta. Comenzó a describirme lo que me haría si yo decidía estar con él. «Te voy a pedir que te sientes a mi lado desnuda y que me beses, que me beses muchas horas. Después te voy a empezar a tocar el coño suavecito, te voy a meter mi dedo, voy a decirte al oído que eres una puta, mi puta, y me vas a rogar que te meta la polla».

Aquellas letras me hicieron mojar mucho, mi vagina latía. Ese hombre desconocido ya me había hecho suya sin tocarme, nada más a través de un chat. También me decía que me haría su esclava, que me iba a emperrar con él, que iba a querer que me follara siempre. Pasamos como una semana hablando y ya yo estaba desesperada. No quería cita de un café, quería que me cogiera de inmediato. Estaba desesperada, él logró volverme loca por un chat.

La salida con el desconocido

Quisimos ser “formales” y hablamos de salir un viernes a tomarnos un café para conocernos, que aunque yo nos conocíamos era como una cita a ciegas. Yo recuerdo que en las conversas le dije que si salía con él no iba a aguantar y me acostaría con él sin remordimiento. Pues el viernes ese del café llegó, pero sin café.

Me mandó un mensaje donde me preguntaba si quería pasar la noche con él en su casa, que él pasaría buscando y que no iba a pasar a nada que yo no quisiera que pasara. En realidad, los dos sabíamos que queríamos que pasara de todo. Acepté, le dije que sí sin pensarlo. Fui muy arriesgada, pero no me importaba. Quería follar, coño.

24 horas follando

Ese día llovía mucho y sin embargo me pasó a buscar por casa. Me puse bien perra, una ropa interior transparente, toda rasurada por todas partes, un rico perfume y listo. Me monté en su carro y me llevó directo a su casa, sin café. Llegamos, hablamos un buen rato y se sentían las ganas de sexo de ambos.

Escuchamos música, hablamos de nuestros trabajos, de exparejas (esa parte me aburrió un poco) y entonces me dijo que se metería a bañar. Se puso muy guapo, recuerdo que se puso un perfume exquisito, todavía siento ese olor y me excito. Mi vagina estaba empapada y quería que me penetrara sin preámbulo. Él lo sabía y comenzó a jugar con mis labios.

Se acercó a olerme, sentía yo su respiración de deseo en mi oído y me excitaba más todavía, y más y más. Su olor se mezclaba con el mío y comenzó a besarme, a lamer mis labios y yo los suyos. “Tengo una rica erección”, me dijo. Me pidió que lo tocara y lo hice, él me daba órdenes y yo obedecía.

Me mandó a ponerme de pie junto a él y comenzamos a besarnos, a tocarnos. Él metió su mano hasta mi coño y cuando notó que estaba súper mojada se excitó como un demonio, pero mantenía el control. Yo le rogaba que me envistiera. “Por favor, quítame la ropa, por favor fóllame, méteme tu polla ya”, le jadeaba desesperada.

Le pedí que me llevara a su cuarto y lo hizo, comencé a desabotonar su camisa. Él me quitó la mía porque se lo pedí. Cuando le pedí que me quitara el pantalón me decía que esperara, pero yo no podía más. Después de tanto rogar, y entre besos, me quitó el pantalón y mi panty. Allí estaba mi vagina hinchada, mojada. Le pedí que se quitara la ropa y cuando se desnudó vi su polla enorme, rasurada, lista para mí.

No fue tan rápida la envestida. El muy morboso se comenzó a masturbar y me pidió que me tocara yo también. Cuando los dos nos estábamos tocando, él me metió sus dedos en mi vagina y comenzó a tocar algo dentro de mí que me volvió loca y le regalé mi primer orgasmo a ese desconocido. “Te vas a emperrar conmigo, puta divina”, me decía.

Comencé a rogar que me metiera su polla hasta que por fin me penetró entera. Lo tenía tan grande que me dolía el cuello del útero y eso me encantó tanto que le di otro orgasmo. En total fueron cuatro orgasmos que ese desconocido me sacó a punta de cogerme, tocarme y lamerme el coño. Esa movida duró 24 horas seguidas, ese hombre no paraba de cogerme, de masturbarse, de tocarme, me ordenaba que le chupara la polla, que me pusiera en cuatro. Esa noche fue eterna y al amanecer se tiró otra paja delante de mí, mientras yo lo besaba, luego si me dio café y me trajo de vuelta a casa. Al bajarme del auto me dijo: “blanquita, eres una hembra y te quiero coger siempre, eres mía y no te voy a dejar escapar”.

 

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