Un orgasmo entre juegos

Esa noche yo estaba bastante aburrida, había terminado con mi novio de 5 años y la verdad me hacía mucha falta tener sexo. Ya andaba de muy mal humor y, aunque me masturbaba todos los días, igual estaba desesperada por tener una polla dentro de mis piernas, debo ser sincera. No es lo mismo follar con un tío que follarse una sola.

Para distraerme un poco esa noche y tratar de dejar de pensar en sexo, en tíos y en follar bien rico, me eché un buen baño, me arreglé, cogí mi coche y me fui al casino, uno que está cerca de casa. No soy mucho de jugar, pero por no ir a la discoteca sino el pensamiento de que me revienten el culo no desaparece, pero la verdad el estrés de ese día me llevó a hacerlo, a tratar de pensar en otra cosa, y la verdad es que esas putas máquinas te hacen olvidar de todo.

Llevaba puesto un vestido un poco más arriba de las rodillas, me puse una panty bien sexy y mi perfume favorito. Tomé la primera máquina desocupada que encontré, encendí un cigarrillo y comencé a jugar. Así estuve más de media hora frente a la máquina, jugando y fumando.

Apareció de la nada

Paré un momento, estaba ya con los ojos irritados y decidí ir al baño un momento. Cuando me levanto de mi silla me doy cuenta que a mi lado jugada un hombre guapo, apareció de la nada, era moreno, como me gustan, y la verdad no sabía si llevaba rato allí a mi lado. Lo miré, me miró, nos intercambiamos unas sonrisas amables y ya. Fui al baño, me retoqué el maquillaje y volví a mi puesto.

El moreno divino seguía a mi lado y eso encendió de nuevo mi deseo sexual. Es que ese hombre desprendía virilidad, olía a sexo, a polla grande. ¡Dios!, me dije a mis adentros. Basta, Carla, ponte a jugar y deja ya de pensar en follar, vinimos a eso, a jugar.

Sin embargo, el chico no me ayudaba porque empecé a notar que me miraba de reojo, hasta comenzó a encender mis cigarros antes de que yo sacara el mechero, comenzó a ser amable. ¿Estás sola? ¡Te pido algo de tomar?, me preguntó.

Le dije que sí, que estaba sola y que me pidiera una cerveza. Comenzamos a beber, jugábamos, nos reíamos cuando perdíamos, la verdad la empezamos a pasar de puta madre. Mientras tanto, entre los dos se sentía un aire de deseo y mi vagina estaba empezando a lubricar, sentía que tenía la panty mojada y creo que eso se notaba en mi cara porque él se lamía los labios a cada momento. Así estuvimos más de una hora, dos, no recuerdo.

El deseo nos dominó

Voy al baño un momento, le dije al moreno, Andrés se llamaba. Tomé mi bolso y tal como una diosa erótica, me fui al baño, cuando estoy por entrar a uno de los separadores para hacer pipí siento que alguien entra de golpe. Cuando volteo a mirar era Andrés, con ojos de deseo, estaba realmente decidido a irse sobre mí.

¿Qué haces aquí?, le pregunté, es un baño de chicas. “Calla, entra y súbete el vestido que he venido a cogerte. Tú quieres que te folle y es lo que voy a hacer”, me dijo el muy descarado. Y sí, eso quería. Me dejé llevar como una palomita, no solo me subí el vestido, sino que me bajé la panty. Me besó con desespero, me tocó el coño, los labios del coño, tomó saliva de su boca y me la untó en el coño y gemía, gemía.

Estaba en una nube de deseo, estaba muy mojada y de pronto sentí su polla grande dentro de mí, me sentí poderosa y grandiosa hasta que dolió cuando la metió y no me pude contener, grité, grité de placer. Menos mal que nadie entraba. Ese hombre me estaba follando desesperado, con un deseo enorme, tan grande como su polla. Me pegaba contra la pared y me decía guarradas al oído: “Desde que llegaste te quería coger, flaca divina”, “tienes un coño divino, hueles rico, perra”, me susurraba al oído mientras metía y sacaba su polla de mi vagina mojada.

Rápido me corrí, no podía aguantarme y se lo dije: “Me voy a correr para ti”, le dije. Eso lo encendió más y me dio bien rico hasta que, entre juegos de casino, le di un orgasmo de puta madre.

¿Puedo venirme dentro de ti?, me preguntó. Claro que puedes, le dije. Ese hombre comenzó a temblar, me halaba el cabello y sin más me dijo: “Ahí te va tu leche, perra, te quiero coger siempre, tienes un coño perfecto, justo para mí”, me dijo y se corrió dentro de mí.

Mi fluido y su esperma goteaban en el piso del baño, los dos nos quedamos exhaustos después de ese polvazo, fue muy rico. Me abrazó por la cintura, besó mi cuello y al oído me dijo. “Eres una reina”.

Seguimos follando

Nos arreglamos para salir luego de darnos muchos besos, primero salí yo, luego él, y nos volvimos a encontrar en las máquinas. Como si nada seguimos jugando y esa noche seguimos follando en mi casa. Creo que los dos teníamos tiempo sin follar y nos deseábamos con locura, éramos una bomba de sexo, de lujuria. En mi casa lo hicimos en mi cama, en la cocina, en la mesa.

Me folló por el culo, se masturbó con mis tetas, le chupé la polla como nadie, eso fue una sesión de sexo muy larga, ninguno de los dos tenía ganas de parar. Fuimos fuego, pasión y hasta algo de ternura. Los dos necesitábamos compañía y nos complacimos en todo.

Aquella noche no la puedo olvidar y a él tampoco. Después de eso me ha buscado y por puro morbo nos vemos en el casino de mi casa y nos follamos. Luego siempre terminamos en mi casa para seguir comiéndonos como lo sabemos hacer, con pasión y mucho deseo, un deseo que se ha vuelto adictivo. No sé como termine esto, pero quiero que ese moreno divino me folle todos los días y me haga tener los mejores orgasmos de mi vida.

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