Ese día yo, Susana, así me llamo, me iría a tomar una sesión de fotos en casa de una amiga, Claudia. Ella me invitó a hacerme unas fotos porque decía que como yo tengo los pechos muy grandes y un cuerpo muy bonito, apetecible, quería probar un nuevo tipo de fotografía.
Decidí ir a su casa, era interesante hacerme una sesión de fotos de mi cuerpo, ya que nunca lo había hecho. Me daba mucha curiosidad y la verdad no le vi ningún problema al asunto.
Me vestí muy sexy ese día, traía una falda y estaba maquillada hermosa. Mi piel blanca resaltaba con mi cabello rojo. Yo sabía que serían fotos eróticas y como nunca lo había hecho me animé a probar.
Allí estaba yo, en casa de mi amiga, pasé a su cuarto y me senté a esperarla. Antes charlamos un rato, me ofreció una cerveza, nos reímos un rato. Estaba el ambiente a tono para sesión de imágenes de mi cuerpo.
Sola en su cuarto
En un principio estuve sola en la habitación un rato porque mi amiga me dijo que quería que yo me relajara. Ya relajada, Claudia entra a la habitación con la cámara lista para empezar a tomar fotos.
Me comenzó a pedir posiciones sobre la cama, yo a todo le seguía el ritmo. Me puse en cuatro, miraba a la cámara con deseo. Todo esto aún con la ropa puesta. La verdad yo me sentía un poco incómoda porque era la primera vez, pero siempre hice lo que me pedía.
En cada posición, acostada o sentada, yo me tomaba mi tiempo, coqueteaba como si allí estaba el chico que me gustaba. Luego ella me pidió que me subiera la falda, que mostrara el culo, que mis nalgas eran grandes y tan blancas como la leche.
Yo me subí la falda, mostré mi culo, subía mis pantis dentro del culo para que Claudia fotografiara. En medio de eso yo pensaba qué pasaría después, porque la situación estaba un poco tensa, aunque debo confesar que no era una situación que me disgustaba. Yo estaba cómoda y a la misma vez tensa. También les confieso que me amiga era una chica muy atractiva, tenía unos pechos muy firmes y un buen culo.
Me ponía mucho posar ante Claudia semidesnuda porque quién sabe qué podía pasar. Entre pose y pose termine en bragas y en sujetador, y con el quién sabe qué podía pasar acabé atada de manos y con los ojos semis vendados, semidesnuda, en su cama, esto hay que reconocer que me dio bastante vergüenza pero rápido me adapté, no era tan complicada la situación, solo estaba un poco incómoda.
La verdad es que no me gustaba mucho mi cuerpo, estaba gorda, pero sabía que Claudia no me haría nada malo, éramos amigas desde hace mucho tiempo y era tan cómodo como pasar la tarde con ella. La sesión de fotos la acepté para que ella practicara con la cámara, así que nunca pensé que me fuera a hacer algo malo.
Claudia empezó a desnudarme
Mi respiración era muy agitada y llegó un momento en que dejé de escuchar el flash de la cámara y ella empezó a desnudarme. Yo estaba ya cachonda, cachonda, pero muy cachonda. Me quitó las bragas lentamente con sus dos manos, yo seguía atada de manos y con los ojos vendados.
Luego comenzó a tocar mi vagina, me tenía con el culo levantado y la cabeza tirada en la cama. Ella abría mi culo, abría mi vagina, y yo podía sentir sus manos calientes y también yo sentía que estaba muy mojada, me chorreaba el coño por todos lados.
Luego de tocarme el coño se acercó a mí y comenzó a quitarme el sujetador. Yo pensaba: “Esto se me está yendo de las manos, no sé qué hacer”. A espaldas de mí, Claudia comenzó a agarrar fuerte mis tetas, las estrujaba con sus manos, mis tetas blancas y mis pezones estaban parados. Esta tía realmente me puso muy cachonda.
Recuerdo que era muy traviesa. Claudia acabó jugando con mis pechos, no sé qué ganaba con eso, pero yo estaba tan, pero tan cachonda que no tenía ni idea de qué hacer.
Llegó un momento en que comencé a desear que me cogiera, me tirara en la cama y me hiciera mil maravillas, le tenía muchas ganas a mi amiga y por lo que pude ver, ella también me tenía ganas a mí, así que simplemente lo de las fotos fue una excusa para tenerme en su cama.
De pronto me quitó la cinta de los ojos y yo comencé a mirarla con deseo. Inmediatamente me amordazó, me puso de espaldas de nuevo y sacó un juguete sexual con el que me penetró. Ella estaba súper emocionada de la vida y yo con un miedo tremendo, pero a la vez disfrutando de ese aparato.
Claudia dejó el juguete dentro de mi coño, lo encendió y lo dejó pegado a mí con una cinta de pegar. Tenía el coño chorreando, me pidió que me sentara de frente a ella y ese juguete vibraba. Empecé a moverme, mi coño se movía solo, todo mi cuerpo se estremecía, comencé a gemir y a gemir, estaba muy excitada y fue tan rico y morboso todo que me vine con el aparato dentro de mi coño.
Claudia se chupaba los dedos mientras me veía llegar, se reía de placer y a la vez también gemía. Esa escena la tengo guardada en mi mente, fue de película, muy porno, muy sexy y morbosa. La verdad no sabía qué Claudia era tan perversa. Aquello me lo estaba disfrutando al máximo.
Después de tener vergüenza terminé queriendo más, quería follar con mi amiga como una leona. Me quitó la mordaza, me quitó el amarre de las manos y de inmediato me tumbó en su cama y comenzó a lamerme el coño.
Claudia no se cansaba, hacia arriba y hacia abajo lentamente lamía mi clítoris, luego le daba vueltas con la lengua suavemente y yo estaba tan caliente que me vine otra vez.
El turno de Claudia
Las dos desnudas, tumbadas en la cama, aquello era olor a sexo por todas partes. Ya sin miedo empecé a besarla, le metí la lengua hasta la garganta y ella gemía desesperada. “Tenía tanto tiempo deseando este momento”, susurró Claudia.
Luego me fui a sus tetas, chupé cada pezón con un deseo carnívoro, jugué con sus tetas, las besaba, las lamía, les daba golpecitos suaves. Ella se retorcía de lo cachonda que estaba. Bajé a su ombligo y de ahí a su coño. Lo tenía chorreando, estaba muy mojada y todo eso me lo comí.
Le pasé la lengua por los labios de su coño y cuando llegué a su clítoris, que estaba grande, comencé a lamerlo muy rico que en segundos Claudia se corrió en mi boca mientras sujetaba mi cabeza contra ella.
Después tomé el juguete que ella usó conmigo y la penetré por la vagina, le daba y le daba hasta verla terminar de nuevo. La verdad es que yo estaba en otro mundo, me sentía muy cachonda, disfruté cada segundo con mi amiga.
Las dos nos tumbamos en la cama viendo al techo, estábamos cansadas de aquella faena, pero sabía que ella quería más y yo también. Nos tomamos un tiempo de descanso, nos reímos de lo que había pasado, yo miré la cámara y no contuve la risa. “Me has traído aquí engañada”, le dije a Claudia.
“Quería tenerte en mi cama, desnudarte y hacerte venir mil veces”, me dijo ella. Se hizo de noche entre las charlas y de pronto sacó otro juguete, este un poco más grande, un pene que se amarró a su cintura y me comenzó a follar.
Verla así, encima de mi cogiendo me puso muy cachonda, estaba chorreando y me vine de nuevo. Ella también se corrió de verme.
Yo todavía no podía creer aquello que estaba pasando. Vine por unas fotos y acabamos follando divinamente. Lo repetiría una y mil veces, la verdad es que esta chica me ha dejado fascinada.
Le quité el pene de la cintura y me lo coloqué yo, nunca había hecho eso con nadie y quería saber qué se sentía follarse a una mujer con un pene de plástico.
Primero toqué su vagina a ver si estaba mojada y realmente eso era agua por todas partes, le eché saliva a la polla plástica y la penetré. “Esto es en venganza por haberme engañado”, le dije riendo.
Ella estaba retorcida de placer, se movía enloquecida y yo le metía la polla hasta el fondo. La follé tan divino que la hice venir una, dos y tres veces. Su cara de placer me enloqueció y le pedí que lamiera mi coño.
Me comenzó a chupar con pasión, con ganas y le dejé otro polvo en su cara, que estaba llena de mis fluidos. Así, entre orgasmo y orgasmo pasamos toda la noche.
Luego nos dormimos y al día siguiente me dio los buenos días con la cámara en la mano y un buen café. “¿Quieres más fotos, nena?”, me preguntó. Quiero más polvos, le dije.
Así que antes de irme me cogió la cara, comenzó a besarme, me volvió a quitar la ropa interior y me folló con la lengua, con los juguetes. Yo también lamí su coño una vez más, luego nos bañamos juntas y nos marchamos cada una a sus cosas, pero con ganas de volvernos a follar.
Esta historia se repitió muchas veces y creo que seguirá pasando por un buen tiempo más. Los orgasmos que me hace tener Laura son únicos y también estoy segura que nadie la había hecho sentir tan rico como yo.
Las fotos las envió a una página porno porque me dijo que con mi cuerpo ganaría dinero. Así que no me importó y le dije que estaba bien, que hiciera lo que quisiera con esas fotos, pero que me dejara copias para mí.
Ciertamente, con esas fotos abrimos un perfil en una red social, comenzamos a publicarlas y también a subir videos de las dos follando y nos hemos hecho unas pajas divinas, además de ganar dinero. Eso también nos daba un morbo inmenso. Follábamos a cada rato, para grabar, pero también por placer, porque nos poníamos demasiado juntas.