Mi nombre es Erika, tengo una relación con Alicia desde ya hace 4 años, desde el primer momento que nos vimos tuvimos una química tremenda, al cabo de unos pocos meses ya nuestro amor era innegable, ella era una mujer tierna, detallista, amorosa y muy atenta, todo en ella me encantaba; solo que Ali tenía un fetiche el cual no solo disfrutaba ella, sino que también pretendía que yo gozara. A mi hermosa mujer le encantaba que jugara con su ano, me pedía que se lo chupara, que la abriera con mis dedos, que introdujera consoladores, yo estaba dispuesta a complacerla con todo lo que ella me pidiera siempre que no se tratara de mi culo.
Mi miedo había surgido luego de escuchar el relato de una amiga, la cual me dijo que su primera experiencia con el sexo anal había sido muy dolorosa, tanto que se prometió a si misma jamás intentarlo nuevamente; su historia me había impactado de tal forma que tan solo en pensar que metieran algo dentro de mi ano sentía dolor.
¡Vamos a celebrar!
El 18 de marzo Alicia estaba de cumpleaños, a lo que no escatimé en obsequios: desayuno especial, la llevé a almorzar con una sobremesa larga para tener toda la tarde con ella, la llené de regalos, pastel, dulces, mucho vino, una fiesta íntima, solo ella y yo; yacíamos en la sala de estar, acostadas en la alfombra y comenzamos a besarnos, el calor entre las dos iba aumentando con cada roce de lengua, el toqueteo comenzó a formar parte del juego, mientras sus manos estaban halando con fuerza mi cabello mis dedos recorrían sus pezones; besaba sus labios y bajé a su cuello; cuando el ambiente estaba poniéndose más intenso Ali paró las caricias y me dijo: “¿Te puedo pedir algo de cumpleaños?”.
Su pregunta me hizo temblar, quedé helada frente a ella sin poder responder nada, pues ya tenía una ligera sospecha de cuál era su petición; pensé en mil detalles para celebrar su cumpleaños y en ningún momento se me ocurrió que ella me pediría eso que tanto deseaba, tan desprevenida me tomó la propuesta que ni siquiera me dio chance de pensar en una muy buena excusa como para evadir nuevamente aquel tema. Yo sentía angustia, aunque comenzó a llenarme de caricias y me afirmó que no me dolería nada, que con mucha lubricación todo se convertiría en un delicioso momento.
Complaciéndola en lo que me pida
Confieso que en mí pudo más el amor que el miedo, así que acepté su propuesta, además influyó que el vino ya había hecho efecto en mí. Sus ojos brillaron al escuchar mi respuesta.
Alicia comenzó a tratarme con delicadeza, a pesar de su entusiasmo no fue directo al grano, comenzó lamiendo mi coño de una forma especial, desde siempre sus chupadas eran majestuosas, pero esta vez fue distinto, me hizo correr varias veces, recorrió mis nalgas con su lengua y aunque estaba cerca de mi ano no se atrevía a jugar en esa zona, se tomó su tiempo, hasta que por fin sentí su lengua recorrerme, subió hasta mi clítoris, fue una nueva experiencia, pero se sintió muy rico, varias veces hizo lo mismo hasta que se concentró en mi culo, con su lengua recorría todo el borde, poco a poco se hundía, lo chupaba; yo ya lo estaba disfrutando realmente.
¡No pares!
Con mucho lubricante presionó un poco, acariciaba suavemente con su dedo, me dio un beso en el que pude sentir el morbo que la invadía, poco a poco fue metiendo su dedo en mi culo, lo sacaba y lo introducía nuevamente, cada vez su dedo iba más profundo a mi ano, acepto que eso me encantó; un cosquilleo recorría mi espalda, no me había dolido en lo absoluto. Ali humedeció dos de sus dedos en lubricante y los introdujo, cada vez sentía más placer, era delicioso como salía y desaparecía de nuevo sus dedos en mi culo.
La situación se puso más intensa cuando introdujo su pulgar en mi vagina; estaba siendo estimulada por todas partes; pero, como ella sabía lo que me volvería loca, comenzó a chupar mi clítoris; no sé cuántas veces me corrí, mi clímax estaba en la cima, en aquel salón de estar lo único que se podía estuchar eran mis fuertes gemidos, los cuales solo hacían que ella intensificara el movimiento de sus dedos, estos no solo salían y entraban a mis orificios, el vaivén de sus dedos de un lado a otro y de forma circular me hacían gritar de placer.
Esto se está saliendo de control
Alicia se paró un momento al baño y al salir dijo que tenía una sorpresa preparada para mí; impresionada quedé al verla con el arnés puesto; temerosa vi sus ojos, los cuales reflejaban una picardía que me hizo continuar; estaba feliz de verla así, incluso hasta me gustaba que me hubiese convencido de hacerlo.
Se acercó a mí, tomó un cojín y lo puso debajo de mi pelvis, con mi culo levantado frente a ella, abrí mis piernas un poco más, me tomó de las caderas y con suavidad comenzó a meterlo, cuando ya estaba completamente dentro de mí comenzó a mover mi cuerpo contra el suyo, era un delirio de placer toda la escena. Dos de sus dedos se deslizaron entre mis piernas y acabaron acariciando mi coño, tras un instante sus dedos estaban penetrando mi vagina, quise acompañar el momento frotando mi clítoris, nunca imaginé que podría sentir tanto placer; mis jugos comenzaron a correr, era divino ver como sus dedos estaban empapados, le pedía que los metiera en mi boca, los chupaba, pasaba mi lengua, estaba demasiado excitada.
Una y otra vez me corría, a pesar de pedirle que se detuviera por un momento ella no lo hizo, al contrario, penetraba con más fuerza y sus dedos ponían más presión en mi vagina; fue indescriptible lo que pude sentir, era como un orgasmo multiplicado al cien, exploté con un grito de placer, mi cuerpo se paralizó, mucho líquido comencé a botar, todo mi cuerpo temblaba. Ese había sido mi primer squirt, en mi vida hubiese pensado que lo alcanzaría teniendo sexo anal.
A todas estas, Alice paró, sacó sus dedos de mi coño y el arnés, comenzó a lamerme poco a poco, yo estaba tan sensible que me estremecía con el solo roce de su lengua.
Un minuto luego me besó con ternura, me abrazó y me dijo: “Gracias por este maravilloso regalo de cumpleaños”.