Mi nombre es Sofía, tengo 35 años, estoy soltera; bueno, tengo un romance que resulta ser ocasional, a veces nos vemos, otras no. Comenzó la semana que pedí de vacaciones en el trabajo así que estaba decidida en invertir mi tiempo acostada en el sillón, entregada a las películas y series. No tenía deseos de salir a ningún lado, solo de disfrutar de la vagancia en su máxima expresión.
Mi acompañante ideal
En casa tenía todo lo que necesitaba, un televisor, internet, mi teléfono, comida y mi alargado compañero de goma, 5 velocidades y 20 centímetros.
Ese martes luego de cenar, haber disfrutado un maratón de mi serie favorita, quise darme un cariño. Saqué mi vibrador y aprovechando que estaba sola en casa, pues mi enamorado se encontraba fuera de la ciudad por viajes de negocios, decidí desnudarme completamente en mi habitación y meterme en la cama.
Vamos a jugar
Como es costumbre, antes de utilizar mi juguetito, comencé a acariciar con mi mano izquierda mis dos redondas tetas, el frio de la habitación ya había ayudado a que mis pezones estuvieran súper duros, apenas comencé a rozar empecé a sentir un cosquilleo en mi cuerpo que bajaba desde mis pechos hasta mi sexo, esa sensación que te demuestra que comenzaste bien y que lo que viene será excelente.
Un minuto luego, mi mano derecha comenzó a recorrer mi abdomen plano, ya comenzaba a sentir como el calor se iba apoderando de mí en la medida que en sincronía mis dedos tocaban las zonas más sensibles, pues no puedo evitar excitarme al sentir un delicado y sexual roce en mi abdomen. Los dedos de mi mano derecha tropezaron con un piercing que tengo en mi ombligo, jugué por un segundo con él como si de la lengua de mi pareja se tratara.
El cielo entre mis piernas
Continúe mi recorrido dirección sur, y al llegar con mi dedo índice a mi clítoris automáticamente mis piernas se abrieron de par en par para dar la bienvenida al festín de placer, con sutileza mis dedos comenzaron a recorrer todo mi sexo, un turismo que sin duda era el éxtasis para mí, con mi mano izquierda continuaba tocando mis pezones, sin coordinar mis movimientos jugaba con ambos.
El calor se apoderaba de mi cuerpo, ya sentía como mi vagina se humedecía poco a poco, a mi mente llegaba la imagen de aquel hombre que me recorría entera con su lengua, que se adueñaba de mi cuerpo para hacer un deleite para ambos.
Ya estaba sintiéndome más osada con el jugueteo de mis dedos que recorrían mi concha como si intentaran descubrir algo nuevo, ya me sentía realmente excitada así que metí un dedo para ver que tanto había logrado con aquel toqueteo; en efecto estaba muy húmeda, mi deseo me llevó a jugar un poco más con mis dedos metiendo tres en mi vagina; movimientos en circular, de izquierda a derecha, metía y sacaba, eso sí, todo muy lento, no había prisa, estaba disfrutando de mi masturbación a plenitud.
No hay prisa
Sin pensarlo más tomé el vibrador, aún sin activar comencé a recorrerlo por todo mi sexo quería pensar que era la polla de él, quería que se humedeciera, así que lo movía sin prisa de arriba hacia abajo, podía sentir como mi vagina se estremecía con cada caricia.
Cuando mi deseo había aumentado decidí que aún no lo iba a introducir, yo quería estar desesperada por metérmelo, así que aguarde un poco más; mi mano izquierda comenzó a recorrer el interior de mis muslos; mientras con una mano sostenía el vibrador el cual estaba acariciándome, los dedos de mi otra mano comenzaban a jugar con mis labios; un leve arqueo de mi espalda ya comenzaba a dar indicios de que estaba en el punto ideal para ser penetrada, pero no, mi clítoris debía seguir siendo consentido, así que continuaba con la estimulación, tenía mis dedos concentrados ahí, hasta que sentí esas cosquillas que inmediatamente me llevaron a una leve explosión.
Ya había llegado el momento esperado, pues ese pequeño orgasmo solo me había desatado las ganas contenidas que sentía por ser penetrada. Lentamente fui metiendo el vibrador, volví a encorvarme en aquella cama del placentero momento que estaba viviendo, mi cuerpo hacia desaparecer aquel juguete sexual una y otra vez, lo dejé adentro para encenderlo y sentir como su vibración me hacía sentir en la gloria; empecé a darle vueltas sobre su propio eje para tener otra sensación, es indescriptible lo que yo podía concebir en ese instante.
Una cosa lleva a otra
Ya mis movimientos comenzaban a ser más intensos y rápidos, el vibrador entraba y salía de mi cada vez más húmedo, quiera simular que mi hombre era en el que en ese momento me poseía, quien me daba nalgadas.
Decidí tirarme boca abajo y colocar una almohada debajo de mi pelvis para quedar con mi trasero elevado y abierta en totalidad, con el vibrador adentro de mi vagina imaginé todo lo que mi semental hace mientras me pone en cuatro, deliré con nalgadas y tenzones de cabello. Sentí que se acercaba el gran orgasmo y presioné mi cuerpo contra la almohada como si estuviera piel a piel con él, metí más profundo el vibrador pensando en cómo él se correría en mi dejando mi vagina llena de su leche, el sudor invadía mi cuerpo y el orgasmo ya lo estaba sintiendo, el cosquilleo que terminaba en una explosión que solo me llevo a gritar placenteramente.
Rendida quedé después de aquella apasionante faena de masturbación, satisfecha, pero con muchas ganas de tener un encuentro con mi hombre para que me haga todo y mucho más de lo que experimenté esa noche, porque, si lo llamo y no viene, mañana tendré un dulce despertar con mi amigo de goma.