Camilo y Verónica tenían mucho tiempo sin verse. Habían empezado una relación amorosa hace siete años pero duró muy poco. Pasó el tiempo, los años y el deseo volvió a encenderse, sin duda se gustaban todavía, algo había quedado pendiente, algo estaba en el aire que no los dejaba cerrar ese ciclo.
Durante los sietes años conversaban como amigos por chat, por teléfono, cada uno con su vida por delante. Finalmente, Verónica empezó a dejar fluir sus sentimientos y sus deseos y le comentó a Camilo que deseaba verlo, compartir un café y charlar con él. La verdad el chico es de una exquisita conversa.
El chico también deseaba a Verónica, claro que le gustaba. Cuando tomaba unos tragos le mandaba notas de voz diciendo que aún la quería. Y bueno, por fin fijaron un encuentro para tomar café y dar un paseo por la ciudad. ella estaba muy emocionada por verlo, y la verdad es que no pensaba en sexo ese día, solo quería estar cerca de él. Camilo la citó en una plaza, se encontraron y al verse se abrazaron.
Charlando hasta la noche
Luego del abrazo, más intenso por parte de Verónica, quien es muy expresiva y sentimental, ambos caminaron hacia un lugar para beber algo. Verónica traía un vestido negro, justo para causar sensaciones en Camilo. Hablaron de su relación de hace años, de lo que han hecho por su lado y de sus relaciones del pasado. Aunque no hubo besos, Verónica dejó claro que él le seguía gustando, que adoraba conversar con él y otras cosas más que no se atrevía a mencionarle de frente a Camilo.
Se hizo de noche entre cafés y conversas y ella lo invitó a quedarse en su casa. La verdad en ningún momento había intención de sexo, era una amiga invitando a un amigo a quedarse en casa porque este compañero vivía realmente muy lejos del lugar donde se encontraban y ya era muy tarde.
A las 10 de la noche, más o menos, decidieron marcharse, caminaron otro tanto, se reían, se tomaron una foto y luego ya emprendieron la ruta hacia la casa de Verónica. Ella le dio de cenar y luego lo invitó a pasar a su habitación, que es el lugar donde ella normalmente recibe a sus amigas.
Lenguas calientes
Los dos amigos, amores de hace años, se cambiaron de ropa, se acomodaron y se acostaron a ver televisión. Siempre recordaban lo que hicieron cuando fueron novios y ya se comenzaba a sentir el calor en la habitación de dos almas que se necesitaban tocar, penetrar, sentir, lamer. Ella no buscó encender nada, fue él quien se recostó sobre ella, luego Verónica se volteó a mirarlo y con las luces apagadas comenzaron a rozar sus narices.
Verónica comenzó a excitarse, Camilo también y luego sus lenguas se encendieron en pasión y comenzaron a follar con la boca, se lamían, se entregaban, se consumían con los besos, con sus lenguas entendidas, con esas lenguas que tenían una tarea pendiente, probarse más, conocerse más, conjugarse entre la saliva y el deseo.
De pronto de los besos se pasaron a las manos. Camilo le agarró las tetas a Verónica, qué pechos tan grandes, divinos suculentos. Verónica estaba empapada en flujo, quería que Camilo le arrancara la ropa, quería gritar de deseo, dejarse penetrar sin más rodeos. Pero todo fue paso a paso.
La mano de Verónica descendió hasta el pene de Camilo, estaba erecto, grande, caliente y duro. Ella moría por lamerlo, comérselo completo. Se lo chupó y mientras lo hacía el gemía de placer, se retorcía. Ella también jadeaba y estaba muy mojada. Quería la polla de Camilo dentro de ella. Y así sucedió. El hombre de su pasado la penetró con fuerza, pero a la vez con ternura. La volvió a hacer suya. Mientras la penetraba la besaba, la tocaba.
Dos orgasmos para Camilo
La ropa en el piso, la habitación oliendo a sexo, a dos personas desesperadas por poseerse, como si fueran nuevos conocidos o extraños. Así pasó que Camilo le saca la polla a la chica y comienza a tocarla en el clítoris, luego hace un movimiento extraño con su dedo en la vagina y ella enloqueció, se comenzó a masturbar mientras él la tocaba y se corrió la primera vez. El orgasmo más divino que había sentido Verónica lo tuvo esa noche con Camilo, eso consumó el deseo entre ambos, la aferró a él, le dejó un sello.
La volvió a penetrar, esta vez de espalda y le halaba el cabello a Verónica. Camilo le daba duro, la follaba con placer, con ganas, con deseo acumulado por años por ella. Mientras tanto, ella gemía, sudaba, se mezclaba con el sudor de Camilo y los dos eran puro mar, puro fluido vaginal, puro olor a polla, a vagina, a fuego ardiente. Camilo jugaba en varias posiciones, ella le ayudaba masturbándose, hasta que él volvió a tocarla con ese dedo diabólico y la hizo correr de nuevo. Dos orgasmos le regaló Verónica a Camilo esa noche de cafés y charla.
Así pasó la noche y la madrugada entera, los dos inundados en sexo, en caricias, ella le chupaba la polla, lo bañaba en saliva y él se estremecía al verla y sentirla desnuda, rendida a su pasión y su deseo. Eran dos volcanes con ganas de explotar desde hace mucho tiempo. La historia culminó al salir el sol, los dos estaban entregados y quedaron impregnados de esa noche.
Ella aún lo piensa, él seguro también, pero no lo expresa. Ella quiere seguir follando con él, se le puede mirar por los poros, lo más probables es que él también quiera lo mismo, pero no se dicen nada, permanecen tras un chat, tras un teléfono hablando del día a día, del tiempo que han pasado sin estar juntos, pero con el olor en sus manos, cada uno se quedó con el aroma del otro. Penetrados, follados, amados, deseados, con ese deseo aún a flor de piel, con muchos orgasmos pendientes, con besos en fila, con penetraciones de tarea para ser consumadas. Camilo y Verónica se bañaron en orgasmos de una noche de lenguas calientes, de pasiones pendientes.