Había sido un mes complicado, ya quería rentar mi departamento y todavía no lo conseguía, el estrés y las ocupaciones laborales me tenían con el pensamiento en mil cosas, me había olvidado de las salidas, los amigos, pretendientes; me mantenía centrada en salir de problemas y más si estos tenían que ver con dinero.
En mi desespero recurrí a una inmobiliaria, el asesor que me atendió fue muy amable, se puso a completa disposición para ir al lugar a tomar todas las fotos necesarias para una perfecta publicidad.
Mi asesor inmobiliario
Llegó el día de la visita del asesor, continuaban las diligencias, así que no me arreglé tanto, un look algo deportivo y el cabello a medio recoger fue la elección. Esperé poco más de media hora y tocaron a la puerta; terminé de tomarme lo último que quedaba en mi taza de té y fui corriendo a abrir, seguro era el sujeto de la inmobiliaria.
Abrí la puerta, un hombre alto, cabello negro, espectacular sonrisa, esperaba pacientemente, escuchar su voz me hizo estremecer; por teléfono no había logrado tal sensación al oírlo, pero aquella voz varonil fue como un calmante para mis sentidos. Lo hice pasar, conversamos brevemente sobre el departamento mientras hacíamos un recorrido; todo se encontraba desocupado menos las habitaciones y algunas cosas en la cocina, en un momento de despiste pude fantasear con empujarlo a la cama para besarlo con desenfreno, pero salía de mi trance erótico cuando él hacia cualquier pregunta del lugar.
Todo continuaba muy normal, pero mi mente estaba en otro lugar, pensaba en mostrarle lo que tengo de diosa sexual, entretanto él hacia su trabajo; aunque notaba como su mirada se fijaba en mí a cada rato, pero no quería hacerme ilusiones, era una simple casualidad.
Vamos a conocernos mejor
Aun no sé cómo me armé de valor para invitarle algo de tomar; nos sentamos en unas sillas que había dejado en la cocina y comenzamos hablar de otras cosas que no tenían relación con el arrendamiento de la vivienda, a medida que escaseaba el único vino que tenía la conversación se hacía más personal, los formalismos fueron quedando a un lado y las preguntas intimas salieron a relucir, y con ellas las respuestas subidas de tono, el ambiente se estaba tornando perfecto para lo que desde temprano había imaginado. Él comenzó a acercarse a mí, pero por no dejarle saber mi desesperación por desvestirlo y que hiciera conmigo lo que deseara, me levanté y fui a servir un poco más de vino.
Algo de creatividad para el momento
Mientras le daba la espalda al mesón en el que estábamos sentí sus manos sobre mis caderas, su respiración chocaba con mi cuello; me volteó frente a él y sin mediar palabra comenzó a comerme los labios, ese beso fue el detonante de un desborde incontrolable de pasión; su lengua jugaba con la mía al mismo tiempo que sus manos recorrían mi espalda, poco a poco fui desabrochando su camisa para dejar a mi merced su cuerpo.
Nos fuimos a uno de las habitaciones, al entrar lo empujé a la cama, en tanto, él, deseoso, no dejaba de mirarme; quité mi blusa, no acostumbra a usar brasier así que mis pechos quedaron al aire, me tomó de la mano para acercarme a él y comenzó a chuparlos con desespero, era súper excitante el momento; sus labios besaban uno de mis senos y su mano jugaba entre mi pantalón y mi sexo que estaba completamente mojado, ¡que dedos tan inquietos!, en unos segundos ya estaban en las profundidades de mi vagina moviéndose de un lado a otro y en círculos en un afán de llevarme al clímax.
Mis manos se escurrieron hasta desabrochar su pantalón, ya no aguantaba más, necesitaba verlo completamente desnudo, materializar lo que hasta hacía unas horas era una fantasía; al darse cuenta paró con los acalorados movimientos de sus dedos, me miró y sonrió, se deshizo de su pantalón y ahí lo estaba, completo para mí, con su pene listo y firme, un delicioso manjar me estaba esperando y no pretendía dar largas, él quitó el resto de mi ropa e hice que se recostara mientras lo besaba, mis manos tomaron su miembro para comenzar a masajearlo de arriba hacia abajo hasta que me suplicara que me lo metiera. Pero el desespero me jugó en contra, yo estaba completamente mojada, lista para cabalgar sobre aquel completo extraño que me había vuelto loca con su voz.
Entre el cielo y el infierno
Llevando el mando de su pene y con lentitud lo fui metiendo para sentir lo tibio y grueso de su miembro mientras que el sentía mi estrechez, un gemido se escapó de mí y fue el comienzo de una perfecta cogida, el sube y baja iba en perfecta sincronía con el delicioso masaje que me daba en los senos, al cabo de unos minutos se sentó y me cargó hasta el borde de la cama, me recostó y con su mirada me hizo saber que algo bueno estaba por venir, su cara se fue acercando a mí y su lengua comenzó a dibujar exquisitas curvas en mi sexo, con destreza lamía mi clítoris, las arcadas en mí se habían convertido en un movimiento difícil de evitar.
Ya lo había mencionado, sus dedos eran muy inquietos, solo sentí una leve pero excitante presión cuando se abrieron camino en mi culo, era un delirio de pasión su lengua entraba y salía de mi vagina mientras sus dedos jugaban con mi culo arrancándome el orgasmos más rico de mi vida, los gemidos se había hecho música para él e insistía en seguir escuchándolos, así que me penetró sin compasión, era el paraíso y yo me encontraba con un ángel o quizá era el infierno y quien me embestía era el mismísimo diablo, estaba sintiendo lo que hacía mucho no experimentaba; el ritmo, los gemidos de ambos, la respiración, todo era frenético; los jadeos no paraban, aceleró el movimiento de sus caderas mientras mi vagina palpitaba acercándose a su segundo orgasmo y así estallar con él, mientras su pene me bañaba de leche, deliciosas contracciones habían explotado en mis adentros.
Extasiados quedamos los dos sobre aquella cama, y lo que era una cita laboral se convirtió en el inicio de los mejores y acalorados encuentros.