Soy un hombre hetero, al menos eso pensaba, hasta que me ocurrió lo que hoy les contaré. Estoy casado con una hermosa mujer, madre de mis hijos, con una vida muy normal de pareja, en el sexo no nos va mal, pero siempre hay una fantasía rondándonos la mente, aquella que no nos deja tranquilos; en mi caso, ese morbo que yo sentía era el de entrar a un sauna gay.
Un día me decidí a visitar uno de estos sitios, investigué en internet, dónde se encontraban, cómo funcionaban y demás detalles, lista la tarea, emprendí macha al lugar.
Vale resaltar que son un hombre de 45 años, con buena figura, aunque nada sorpréndete y un buen trasero.
Comienza la aventura
Aquel día tenía la tarde libre, entre mis nervios y ansiedad busqué la dirección de uno de estos saunas, fui al lugar, parqueé mi carro en el estacionamiento del sitio, respiré hondo y me dirigí a la recepción en donde un joven me cobró la entrada, me dio unas sandalias y una toalla, e indicó dónde se encontraba el vestuario, yo solo escuchaba sus instrucciones hasta que al terminar le comenté que era la primera vez que visitaba un sitio de esos, así que muy amablemente extendió su explicación para decirme cómo funcionaba el lugar.
Ingresé al vestuario a cambiarme, estaba muy nervioso, sobre todo por no saber a quién me podría encontrar, pero también pensaba que la ciudad era muy grande como para justamente ver algún conocido. Varios hombres estaban también cambiándose de ropa, algunos se despojaban de sus prendas para ir al sauna otros iban de salida, desfilaban ante mis ojos culos de todos los colores y formas, comencé a quitarme la ropa para ponerme la toalla, me senté en un taburete para quitarme las zapatillas y al alzar mi cara se encontraba justo en frente de mi uno de mis sobrinos, por parte de mi esposa. No lo podía creer, me moría de la vergüenza no sabía que decirle, me quedé mirándolo, y solo salió de mi un “Hola” que apenas si se pudo escuchar; “Solo he pasado por aquí a disfrutar del jacuzzi, ya había venido en una ocasión con un amigo y me gusto el sitio, solo vine a desestresarme un poco”.
Él me miró muy despreocupadamente y me dijo “Tranquilo tío entiendo, yo he venido acá algunas veces, no pasa nada”; se dio la vuelta y yo terminé de desnudarme. Intentando obviar lo que acababa de ocurrir; aun algo nervioso, salí del vestuario buscando el jacuzzi. Cuando lo encontré, noté la presencia de varios hombres en medio de las burbujeantes aguas, me quité la toalla y me introduje; estaba ahí solo disfrutando del sitio, disfrutando del masaje del jacuzzi. De pronto, divisé entre quienes estaban en el lugar a mi sobrino, quien estaba completamente desnudo, aquella vista me dejó atónito, tenía el cuerpo muy bien formado y sus nalgas estaban bastante duras y redondas; él no me veía, pero aun así decidí hacer señas para que se aproximara a sentarse a mi lado y charlar un poco.
Hablemos un rato sobrino
Al verme se acercó de inmediato a mí, se sentó a un lado y comenzamos hablar:
Roberto: ¿Cómo estás tío?
– Bien, disfrutando de las burbujas. Roberto, veras, yo estoy aquí por morbo, yo amo a tu tía, pero me atrae estar desnudo entre hombres y disfrutar de otros placeres. Es primera vez que lo hago y no me gustaría que tu tía se enterase.
Roberto: No importa tío, yo también disfruto de chicas y chicos y me gusta.
– Perfecto solamente espero que este encuentro quede entre los dos.
Roberto: Sin duda tío, yo nunca te vi, ni tu a mí.
– Gracias sobrino, será nuestro secreto.
Cogiéndome a mi sobrino
Continuamos con nuestro disfrute, y mientras bamboleaban nuestras piernas en el agua, rozaban de vez en cuando, cada que ocurría mi cuerpo se erizaba, esto sucedió por un rato, hasta que él se acercó un poco más a mi e intencionalmente comenzó a rozar un poco más, acariciándome los pies con los suyos, su mano se posó en mi muslo y empezó a masajearlo, de pronto me miro:
Roberto: Tío, te ves bien para tu edad.
– Gracias, se agradece oírlo.
Roberto: ¿Te incomoda que te acaricie tu pierna?
– Bueno la verdad, es que me está excitando un poco.
Al escucharme, pareciera que hubiese sido una señal así que dejó de acariciar mi muslo, y agarró mi polla, que por cierto ya estaba durísima con todo lo que estaba ocurriendo. Roberto comenzó a pajearme con su mano por debajo del agua, se arrimó aún más y me besó como nunca antes lo habían hecho, nuestra saliva se mezclaba en un instante de pasión desbordada, mi lengua jugaba con la suya mientras su mano enérgicamente descubría y tapaba mi glande, sentado de rodillas delante de mi podía sentir su polla dura mientras el continuaba comiéndome la boca.
Arropándome con sus piernas, comencé a sentir como se movía de adelante hacia atrás como buscando acomodar mi pene en la entrada de su ano, el deseo nos hizo olvidarnos de lo que sucedía alrededor, mientras el continuaba besándome mi polla aterrizo en su culo y de un solo empujón logré metérsela hasta el fondo, mis testículos chocaban con sus nalgas, en tanto el cabalgaba salvajemente sobre mí, mis emociones eran inexplicables, estaba a punto de estallar y me dejé llevar liberando mis fluidos al interior de su ano que me apretaba con fuerza la polla.
Exhaustos quedamos luego de aquella embestida en el jacuzzi, y de nuevo, entrando en consciencia de lo que había a nuestro alrededor, vimos como todos me habían visto cogiéndome a mi sobrino. Roberto y yo tomamos nuestras toallas, nos envolvimos en ellas y nos dispusimos a ir al sauna a seguir con el juego que apenas empezaba.