En mi último año de secundaria, siendo un joven de 18 años era bastante bromista con mis demás compañeros, viviendo mi momento desenfrenado de fiesta, con las hormonas bastante alborotadas y mi sexualidad bien definida; decidí jugar al doble sentido con uno de los de mi grupo de amistades, a ver qué lograba. Él era un chico quizás unos meses mayores que yo, con un cuerpazo y súper guapo de cara, el galán de la secundaria.
Pensé que no tenía nada que perder, si me rechazaba al menos lo habría intentado. Tras un par de semanas comunicándonos por texto él me dijo: “Quisiera probar ese lindo culo que se te ven mientras practicamos deporte”. Fue mi mejor oportunidad, esta esta era una invitación a probar de aquel divino cuerpo con el que había fantaseado más de una vez, el cual había servido de inspiración para más de una paja, así que no dudé en contestar: “Hoy, al mediodía, cuando salgamos de clases vamos a mi casa”, su respuesta fue simple, tal vez un poco tímida para no entrar en más detalles de lo que sucedería, su contestación fue un “ok”.
¡Que nervios!
Toda la mañana la pasé dándole vueltas al asunto en mi cabeza, no podía creer que el galán de la clase me iba a convertir en su perra, que se había fijado en el chico delgado y sin mucha gracia; ya no podía aguantar la espera para que ese semental me comiera completo y sin compasión.
Al llegar el mediodía, tal como habíamos acordado, nos encontramos a la salida de la clase, él se despidió de su hermana, asegurando que se iba a conseguir con su novia. Para mí, saber que aquel joven había resultado un hetero curioso me tenía con la adrenalina al mil por ciento. Momentos después nos dirigimos hacia mi casa.
Veamos qué nos espera
Al llegar a la puerta abrí con mucho cuidado para que mis vecinos no se dieran cuenta, por esto de que mis clases no terminaban sino hasta más tarde. Entramos nos pusimos cómodos, le ofrecí algo de tomar y el aceptó, con un par de cervezas intenté poner el ambiente un tanto más relajado, aunque podía notar su ansiedad; él sudaba y podía sentir como no dejaba de mirarme.
Transcurrida media hora él se quitó el uniforme y se quedó en ropa interior. ¡Que delicia ver aquellos músculos!, verlo así me provocó rápidamente una erección, y aunque estaba dispuesto a convertirme en su perrita, los nervios comenzaban a atacarme, él estaba sentado en un sofá en frente de mi cuando de pronto se me acercó y me dijo: “Quiero ver tu culo”. Obediente a la orden que me había dado comencé a despojarme de mis prendas para quedar como vine al mundo. Me haló de un brazo para que yo me agachara, quedando a la altura de su pene el cual comenzó a descubrir poco a poco. Ya tenía en frente de mí el trozo de carne que más de una de mis compañeras se quería comer, un delicioso pene de unos 15 cm aproximadamente, totalmente recto, con un glande rosado que solo me invitaba a devorarlo.
Una aventura de la que no te vas a arrepentir
Antes de comenzar con lo que ya era evidente que ocurriría, me hizo una advertencia: “¡Solo lo he hecho una vez, trátame con cuidado!”, no lo pude evitar y dejé escapar una sonrisa para darle a entender que disfrutaría muchísimo de ahora en adelante.
Pasé mi lengua por la punta de su pene para ir entrando el calor, como no quería que me sintiera muy desesperado en comerlo, comencé a jugar con su glande mientras mi lengua recorría toda la orilla, para entonces saborear su tronco mientras notaba como se estremecía con cada lamida, podía ver sus pelotas bien afeitadas, así que no soporté la tentación y les di una chupada, esto le causo un cosquilleo el cual lo llevó a decirme que siguiera, así que fue entonces cuando metí su miembro en mi boca y comenzar con el saca y mete, su mano se situó en mi cabeza, era él ahora quien se movía estrepitosamente, comencé a escuchar sus suspiros de placer que eran para mí la señal de que estaba cumpliendo sus expectativas.
Quise pasarme de osado colocando mis manos en sus nalgas, que por cierto, estaban duras como roca gracias al entrenamiento diario que hacia; es que no puedo dejar de pensar en los hermoso que era, en fin, mis manos yacían en sus nalgas y en medio de aquel delicioso sexo oral que le estaba dando comencé a deslizar mis dedos hacia el centro de su culo, quería saber que tan machito era, que tanto se podía resistir, deseaba que llegara más allá conmigo; pero antes de que se me ocurriera continuar con mi travesía paró, me ayudó a levantarme y me dijo que quería penetrarme.
¡Llegó la hora!
Fui rápidamente por los preservativos y vaselina, él tomó lo que había buscado y untó un poco en mi culo, con suavidad comenzó a lubricarme, debo resaltar que a pesar de ser un adonis con fama de “malote” era bastante delicado, sus dedos se habrían paso al fondo de mi ano lo que lograba a excitarme bastante, como el veía que me agrado metía dos dedos, era delicioso sentir como los movía dentro de mí. Aunque fue un momento divino ya deseaba que me penetrara, quería ya su polla reventándome el culo.
Despacio fue metiéndolo, pero antes de penetrarme con todo me dio el más rico beso que me han dado en la vida, su carne caliente estaba entrando que delicia ver como él disfrutaba tenerme así, como su perrita, al tenerlo dentro de mi comencé a moverme de atrás hacia adelante, podía sentir como todo su pene tocaba las paredes de mi ano. Él lo gozaba como loco, me decía que era más rico que coger con una mujer.
Nos fuimos a mi cama y ahí me puso en cuatro, masajeó mis nalgas y me dio algunas nalgadas seguir penetrándome ahora con más frenesí, su testículos chocaban con mi culo y eso me encantaba, yo estaba completamente dilatado, él pasaba su mano por mi pecho y bajaba hasta mi pene, lo sujetaba con fuerza, de momentos se detenía para besarme y sentir como apretaba su miembro con mi ano, él gemía de placer, me encantaba escucharlo, yo en tanto le afirmaba que era su perra, que quería más, su energía era avasallante, en eso estuvimos cerca de 30 minutos, yo ya no soportaba más, me tenía tendido en la cama y hacia conmigo lo que quería, pero a pesar de eso me sentía en la gloria, cuando ya aquel semental sabía que iba a estallar, me avisó, rápidamente le dije que quería que acabara en mi cara. Quitó el condón y comenzó a pajearse frente a mi hasta que bombeó toda su leche en mi cara; chorros de semen salían de su pene, aquel liquido espeso y tibio bañó mi rostro, me sentía como actor porno.
No era tan “malote”
Cuando todo terminó nos paramos al baño para limpiarnos, él no dejó de besarme y tocarme, hasta que me puso contra la pared para un nuevo encuentro. De golpe sentí como entró, que rico fue coger con él de pie, me masturbó para que pudiera correrme, pasado unos minutos ya sentía como mi leche estaba por explotar, el aceleraba el movimiento de su pelvis y sin previa sincronía acabamos juntos, solo podía escuchar como el gemía cada vez más fuerte. Aquella escena no fue el final de nuestro encuentro pues continuamos un rato más con besos y caricias.
Ya se acercaba la hora de despedirnos, para que nadie sospechara que habíamos faltado a las clases restantes, así que nos vestimos y prometimos no contar a nadie. Más de una vez tuvimos encuentros sexuales desenfrenados, aunque todo terminó al culminar la secundaria, pero sin duda fue un maravilloso y excitante último año.