“En el sexo y en el amor todo se vale”. Una frase cliché que bastante hemos escuchado, mencionado y practicado en búsqueda y justificación del placer y satisfacción sexual. Esto lo digo con propiedad porque como hombre también la he usado para salirme con la mía y obtener lo que quiero.
Me llamo Carlos y lo que he dicho no es a modo de crítica, ni mucho menos es para crear polémicas o comentarios sin sentido. Me parece normal aplicar esta frase, así como llevarla a la realidad. Nadie es quién para decir qué está bien o qué está mal si la pareja disfruta o si como persona logras obtener el desahogo que buscas con una masturbación.
En tiempos remotos, muchos veían a la masturbación como un pecado. Obviamente es un tremendo error, porque hasta los mismos médicos la recomiendan por asuntos de salud. Para el hombre es necesaria en todos los sentidos, sino andaríamos con un tremendo dolor en las bolas o en tal caso, se nos pararía el pene ante el más mínimo estímulo.
También se criticaba el hecho de que el hombre viera a la mujer completamente desnuda. Tiraban con ropa y sin ver los genitales u observar el cuerpo. Pocos eran los que practicaban el sexo oral o variar las posiciones. El tabú era parte de la rutina.
Soy partidario de la practica sexual bajo consenso, sobre el explorar, disfrutar nuevas y mejores formas de recibir y dar placer. La comunicación es la clave, así como el escuchar las necesidades de tu cuerpo. El instinto también es parte de esa picardía sexual que tanto nos agrada y divierte.
Si hacemos siempre lo mismo, de seguro, es probable caer en el aburrimiento, monotonía y hasta una separación. Esto me refiero a cuando estamos con una pareja estable, con una persona que amamos, es fácil aburrirse, sino se mantiene la magia y se cosecha el amor.
Debo confesarle que he tenido muchísimas relaciones. Unas cortas y otras cuatro más estables. Pero aún sigo aprendiendo todo lo que pueda sobre el sexo, porque me encanta su práctica y me gusta ver a mi pareja satisfecha.
Sin ganas de ser algo engreído, tengo un buen cuerpo y me encanta cómo me veo desnudo. También puedo comentar que mi pene es hermoso, grueso y largo. Siempre he dejado muy satisfechas a mis mujeres, porque para llegar me tardo bastante. Me gusta oler, ver y saborear, así como me gusta que también lo hagan conmigo.
Besos que te hacen eyacular
Aunque he follado con mas de 50 mujeres, puedo decir que unas cuantas han pasado desapercibidas, ya sea porque han sido un simple revolcón o porque no me han logrado satisfacer del todo, para llegar a la eyaculación.
Otras porque simplemente fueron encuentros casuales, que tampoco me llegaron a llenar. Como tengo un buen miembro, a veces las suelo lastimar y eso hace que ninguno de los dos haya disfrutado del acto de la penetración. Por esto es la importancia de variar y encender esas ganas de las distintas formas posibles. De besarse, chupar los genitales, estimular cada una de las zonas erógenas para mantener la llama viva de las ganas.
Encuentro casual
Hace unos días me pasó algo que aún estoy tratando de asimilar. Como les conté he estado con varias mujeres, con unas bellezas sexys y de cuerpos diversos, algunas delgadas y atléticas, pero con sus buenos senos y nalgas; sin embargo, con ellas no experimenté lo que recién logró hacerme sentir “ella”.
Llamemos a “ella” Bianca, para tratar de relatarles la historia, en resumidas cuentas, como obtuve una fabulosa eyaculación con haberme besado las bolas.
Pero primero les cuento que esta chica siempre me atrajo, solo que nunca pensé en que se fijaría en mi. Siempre tuve como miedo a que me rechazara y por eso solía a veces hasta ignorarla. En repetidas ocasiones intenté quitarme esa estúpida idea de la cabeza, sin embargo, cuando me decidí ella ya estaba con otro y desistí de esa idea.
Pasaron años y no la había visto o no sabía de ella como tal. Apenas me había comentado que tenía unos cuantos años soltera porque la relación que tenía había terminado en muy malos términos, que por cierto, siempre me cayó muy mal ese tipo, por considerarlo un interesado y engreído.
En fin, un día nos encontramos en un local. Yo estaba con un grupo de amigos tomando unas cervezas. Ella llegó sola y se bajó para una compra rápida para llevar y enseguida, le dije al dueño que la hiciera pasar.
Todos nos conocíamos y los compadres no dejaban de quitarle la mirada de encima. Todos querían con ella. Bianca más de una vez intentó irse, pero al final logré convencerla de irnos de allí para compartir nosotros dos solos y ella aceptó sin tanto problema, porque en realidad se sentía muy incómoda por los demás que la estaban acosando.
Eyaculé cuando me chupó las bolas
Nos fuimos a mi departamento. Comenzamos hablar y la plática cada vez era más candela. Un fuego que más temprano que tarde había que apagar. Mis ganas por ella eran infinitas. Súper sexy, delicada y con cara angelical, con cada palabra me llenaba aún de deseos.
Seguimos nuestra conversación de esas donde hablas de todo un poco y más de una vez, tocaba sus manos y brazos y ella se dejaba acariciar. Las cervezas no dejaban de estar presentes y más de una vez también brindamos por habernos encontrado.
Comenzamos hablar de sexo, de lo que nos gusta a cada quién y aproveché el instante para confesarle lo mucho que había pensado en ella y mi frustración cuando estaba con el otro tipo, pues prácticamente viví como un amor platónico.
Era verano y aunque ya estaba de noche el calor era extremo, la sensación térmica era de unos 39 grados. Me quité la camisa y logré ver como me observaba. Paso seguido ella también se quitó la franela y se quedó con un ajustado brasier deportivo.
No pude evitar decirle wao que cambio te ves espectacular. Ella se sonrojó y me miró fijamente riéndose. Ya el calor, la sudoración no era por el clima, estaba pasando a otros extremos y era evidente que quería hacer el amor con ella.
Sus enormes senos me tenían deslumbrado. Su test blanca y tan delicada piel me llamaban a gritos por chuparla y darle muchos besos. Cargaba puesto un pantalón ajustado donde todo se le notaba. Sus grandes piernas y su enorme trasero para darle de nalgadas toda la noche. Todo eso pasaba en segundos en mi mente, como una ráfaga de sensaciones, como una electricidad en todo mi cuerpo, que era imposible disimular.
Le acaricié el cuello y comencé hacerle un masaje. Bianca se dejó sin problemas y en un abrir y cerrar de ojos nos estábamos desvistiendo. Me agarró el pantalón con tantas ganas, que enseguida se me paró el pene.
Comenzó hacerme sexo oral con su estrecha boca. Yo estaba alucinando, porque siempre le tuve un gran apetito sexual, que dentro de mi decía no vayas a llegar rápido. Me chupaba el pene con tantas ganas como cuando la vi una vez comer helado. Duro y sutil a la vez. Su lengua la supo usar muy bien, sus ojos mostraban gran apetito hacia mi y su cuerpo se erizaba mientras la acariciaba.
Bianca se metía mi pene completo en la boca y luego, lo sacaba para besar muy sutilmente mi glande, mientras daba un masaje en mis bolas y en la base del miembro. Luego, comenzó a besarme las piernas, me chupó los dedos de los pies y yo seguía totalmente paralizado y gimiendo de placer. Nunca me había besado así, con tantas ganas, con tanta pasión, estaba totalmente paralizado ante ese placer.
De mis pies subió por mi entrepierna, me acariciaba todo el pecho, mi miembro totalmente erecto que rozaba su cara, sus grandes senos, para luego bajar nuevamente y chuparme las bolas. Ese beso fue una de las experiencias más dolorosas pero ricas a la vez.
Nunca antes me habían besado las bolas, las lamía con unas ganas de querer tragárselas. Mientras me masturbaba muy suavemente mi pene. La experiencia fue aún más extrema, cuando bajó al nie y comenzó chuparme toda la zona, con un juego de sube y baja entre mi ano, bolas y pene.
Pasados unos minutos no me aguanté más, mientras ella tenía en su boca mis bolas, le llegué en la cara y ella no se detuvo, siguió con el sexo oral hasta que terminé de eyacular por completo. Mi gemido de satisfacción hizo que ella también se viniera y me lo comprobó agarrando mis manos y metiéndolas en su vagina.
Por largas horas continuamos acariciándonos y besándonos. El deseo sexual era muto, al igual que las ganas de seguir conociéndonos en la cama. Nos miramos varias veces con cara de incrédulos, ambos sabíamos que estos deseos estaban reprimidos por un largo tiempo.
Me besó la boca, la cara y luego el cuello. Reposó su cabeza en mi pecho y me abrazó fuertemente. Entrelazó sus piernas con las mías, al punto de pegar su vagina con mi pierna. Bajo ese estado de relax nos quedamos dormidos por un buen rato. En ocasiones despertaba y la contemplé dormir, tan plácidamente que eso me relajaba.
Ya llevamos unos 2 meses saliendo y en todos nuestros encuentros se han dado cosas diferentes. Estamos en esa fase de conocernos y experimentar, pero el deseo entre ambos también es muy grande. Prácticamente tenemos sexo todos los días y hasta ahora no me aburro, por el contrario, quiero más.
Hemos hablado de esa noche. En ocasiones me pregunta qué me gusta del sexo o qué quiero que me haga. Sin embargo, le respondo que todo. Aún no me atrevo a confesarle lo mucho que recuerdo ese día, lo que disfruté de sus besos, las muchas veces que me he masturbado pensando en esa chupada de bolas. Quiero que si vuelve a ocurrir sea algo espontáneo, de repetirse algo similar sea porque ella misma lo quiere hacer, como esa noche que fue una total y grata sorpresa.