Ella se masturba y él la mira desde su ventana

Esa noche al llegar del trabajo a casa, abro las ventanas y veo a una chica al frente de mi piso que se está desvistiendo con una copa de vino en la mano. Me caliento, no me retiro de la ventana y sigo viendo qué hace. Ella está concentrada en su baile de quitarse la ropa. Debe haber llagado cansada del trabajo.

Me uno a su rutina, me comienzo a quitar la ropa. Ella queda en pelotas, puedo ver sus tetas grandes brincando, y yo me quedo en pelotas también. Mi esposa está de viaje así que puedo hacer lo que quiera. Dejo las cortinas algo cerradas para que la chica no se de cuenta que la estoy mirando. LA polla se me ha parado.

No me extraño porque es una mujer muy guapa, se ve que es caliente, tiene el cabello largo, tal como me gusta. De pronto se da cuenta que la estoy mirando y se sonríe. Le gusta que la esté mirando, pensé. Y sí que le gusta porque ha cogido una silla y se ha sentado de piernas abiertas hacia mi ventana. Podía ver que tenía una hermosa y comestible vagina.

Contrariamente a lo esperado, saca la mano y me saluda. Me mira con cara de pícara y se mete el dedo en la boca, lo llena de saliva y se comienza a masturbar. Si estuviera allí la follaba, se lo metía completo y con ganas. Dios, que mujer tan divina, pensé.

Rico pajazo

La chica se sigue tocando, se mete un dedo, saca un pene de plástico, me sigue mirando, se ríe, y de pronto veo que se corre la primera vez. Me doy cuenta porque, aunque no puedo oírla, se retuerce, se balancea en la silla, sus caderas se levantan y su boca de abre de placer, los ojos cerrados.

Empiezo yo, no aguanto, me agarro la polla, le echo saliva, aunque ya tenía algo de lubricante, y comienzo a tirarme un pajazo en nombre de ella, frente a ella. La chica de al frente observa lo que hago, saca la lengua como si estuviera chupando mi polla y más me excito. Ella se vuelve a tocar y me regala otro orgasmo por la ventana. Yo todavía no quiero correrme porque estoy disfrutando de esta escena tan morbosa. Un buen momento después de una larga jornada de trabajo de mierda.

Ella vuelve a correrse, esta vez fue tan fuerte que hasta se vino con mucha agua, eran chorros y chorros de fluido. No lo podía creer y la verdad no pude aguantarme y me corrí con fuerza, mi leche saltó a la ventana, los vidrios sucios, un espectáculo de placer frente a una chica que ni conocía. Ella, al verme eyacular, comenzó a moverse, se tiró al piso y se retorcía de placer. Se corría cada 10 segundos, era un fenómeno, estaba muy excitada, realmente le gustaba que yo la estuviera viendo.

Me calentó mucho eso, saber que se excitaba porque algui8en la miraba, ya no importaba si otras personas nos estaban mirando, éramos ella y yo teniendo una escena sexual morbosa, cochina y divina. Aunque me corrí, mi polla no se bajaba.

De la ventana a mi habitación

Esa noche fue exquisita. Madrugamos haciendo sexo a distancia. Averigüé quién era la mujer. Me acerqué al día siguiente a su edificio, vigilé todo el día y cuando la vi llegar la abordé sin miedo. Ella, al principio, se cortó, pero yo le dije que no pasaba nada. Estoy casada, me dijo. No importa, yo también, y quiero poseerte, tocarte de verdad, meterte mi polla y verte correrte, le contesté.

-Ven, pasa. Me dijo la mujer de cabello largo. Subimos a su piso, me llevó a su habitación, a la ventana de la noche sexual y allí mismo quiso que la follara. Me metió la lengua hasta la garganta, me cogió la polla, la apretó y me comenzó a arrancar la ropa.

Nos tiramos en el piso, justo cerca de la ventana. No nos importaba que nos vieras. Me hizo chuparle el clítoris hasta correrse en mi boca. Me llenó de fluidos toda la cara. Qué delicia eres, le dije a mi desconocida.

Cuando la iba a penetrar me detuvo. “Todavía no me vas a follar”, me dijo. “Primero quiero que me veas masturbarme en tu cara”, me dijo. Eso hice, me senté a verla mientras ella se tocaba. Con una mano tocaba su clítoris y con la otra la entrada de su vagina. Y así, se volvió a correr mientras yo la miraba.

Ahora sí me puedes follar, me dijo. Hazlo, mételo, méteme tu polla caliente, la quiero toda dentro de mí, suplicó mientras se retorcía de placer. Eso hice, se la metí hasta tocar su pared final. La vagina le latía, me apretaba la polla duro y eso me volvió loco. Quería correrme, pero aguante. La hice que se viniera con mi pene adentro. Esa mujer era una fábrica de orgasmos. A cada rato se corría. Después me pidió que la follara por el culo, eso hice. Lo llené de saliva, lamí su culo y poco a poco le metí la polla. No me van a creer, pero esta chica se corrió también mientras la follaba por el culo. La tenía en cuatro, la agarraba por las caderas y cada vez me calentaba más, sentía que mi polla iba a explotar de leche dentro de ella y así fue. Me voy a correr, le dije. Dame toda tu leche, me pidió ella. Ante ese pedido no pude aguantar y me corrí, fue un orgasmo largo, exquisito, como los que no sentía desde hace mucho tiempo.

Nos tumbamos en el piso, después del éxtasis nos comenzamos a reír. Si me ves en la calle no me saludes por favor, me pidió ella, no quiero que mi esposo sospeche nada cuando vuelva de viaje. Le dije que mi mujer también estaba de viaje y que iba a mantener la distancia. Como este encuentro tuvimos varios más hasta que, finalmente, se mudó de barrio. Todavía la pienso con deseo.

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