Laura quería estar con una chica, llevaba tiempo deseando follar con una mujer de tetas bien grandes y jugosas, así como las tenía ella. Era lesbiana, pero no se acostaba con cualquiera, tenía ya casi dos años sin lamer unos buenos senos y un coño bien lubricado.
Una tarde Laura decidió salir a por un café, tenía ganas de ver a mujeres, recrear al menos su vista. No tenía esperanza de que algo surgiera, pero sí tenía la certeza de que podría imaginar historias en su cabeza con algunas chicas que estuvieran en el lugar.
Salió de su casa con su mejor perfume, una buena pinta y se fue al café de Madrid que más le gustaba. Se sentó en una de las mesas donde tenía más visual del entorno y pidió su capuccino con crema, tal como siempre lo pedía. Era su favorito.
Entre trago y trago, mujeres entraban y salían, unas bellas, otras no tanto. Igual Laura se la estaba pasando muy bien. En ese escaneo visual se le fue más de una hora y cuando estaba a punto de pedir la cuenta y marcharse entró una guapa morena con unos senos enormes, como a Laura le hacían explotar.
El contacto
La morena, al entrar al bar, también se fijó en Laura. La miró directo a las tetas. Lau tenía los senos muy grandes también y ese era su gancho. Las dos chicas cruzaron miradas de deseo, pero luego trataron de disimular. La morena, de nombre Sol, pidió un café y se sentó en una mesa donde podía ver de frente a Laura. Sol llevaba un vestido corto y no tenía bragas, pero eso aún Laura no lo notaba.
El contacto entre las dos mujeres se hizo cada vez más fuerte, hasta el punto de llegar al morbo. Una tomaba café y se lamía los labios viendo a la otra, y así la otra chupaba la cucharilla como si lamiera un clítoris bien hinchado. Sol no se aguantó, se abrió de piernas y Laura notó de inmediato que la morena no tenía bragas puestas. Eso la excitó a morir, se mojó por completo, deseaba chupar ese coño con todas sus ganas, comerlo, devorarlo, y también meter su cara en esas tetas. Las tetas eran su pasión. Pensó: “Con esta sí voy a tener sexo y del bueno, esta quiere que yo la folle duro”.
Follando entre cuatro tetas
Después de un rato de miradas sensuales, deseo entre piernas, lenguas entre café y muchas ganas, Laura le mandó un papel a Sol con uno de los camareros: “Te espero en la plaza de la esquina”. Laura no tenía la certeza de que la morena fuera a su encuentro, pero se arriesgó.
Cada una pagó su café y salieron del local. Las dos caminaron hacia la misma dirección, la plaza de la esquina de ese café madrileño. Al llegar a la plaza, frente a frente, Laura le estampó un beso con lengua a Sol y al oído le dijo: “Vamos a mi casa que te quiero follar bien duro y lamerte esas inmensas tetas”.
“Vamos, porque yo también quiero lo mismo, quiero tu lengua en mi coño, así como chupabas la cucharilla en el café”, le susurró Sol. Las dos se echaron una carcajada y se fueron al piso de Laura.
Ya en el elevador se dieron de besos a morir, se manoseaban los pechos grandes, Laura le sacó el pezón a Sol y lo lamió. La morena gemía muy rico, también parecía que tenía tiempo sin follar. Parecían dos tiburones hambrientos.
Llegaron al piso y Laura le arrancó el vestido a Sol. “Coño, quiero ver esas tetas”, gritó. Se las miró con deseo y morbo, las besó suavemente, luego las comenzó a lamer y la morena se estremecía de placer. Le quitó el brasier y la dejó en pelotas. El coño de Sol estaba goteando de tanto deseo y Laura bajó y también bebió de ese néctar. “Siéntate en el sofá”, le dijo a la morena rica. Mientras esta se revolcaba y se masturbaba, Laura se desvestía. Las dos estaban desnudas y bien calientes.
En ese momento comenzó la fiesta. Mientras Laura lamía las tetas de Sol, con otra mano le tocaba el coño negro, tenía un clítoris moreno, grande, estaba hinchado, a punto de correrse. Laura notó las ganas de acabar de Sol y bajó y comenzó a saborear con suavidad el clítoris de la chica. “Te vas a correr cuando yo quiera”, decía mientras chupaba. Con su lengua en el coño, Laura también comenzó a meterle el dedo en la vagina a Sol y le dijo; “Ahora sí, córrete en mi boca”. Eso fueron órdenes, Sol se vino con fuerza, gritaba acabando y casi se desmaya del orgasmo. Se corrió en la boca de Laura tocándose las tetas que parecían melones.
Laura se sentó al lado de su morena y mientras le agarraba y le manoseaba las tetas se empezó a masturbar. Después Sol se arrodilló, la comenzó a lamer, quería que Laura se corriera también en su boca, pero Laura le pidió que la masturbara con sus pezones. Eso hizo la chica, rozaba con sus tetas el clítoris de Laura y eso puso tan cachonda a Laura que no aguantó más y se corrió en la boca de la morena. Las dos estaban ahí bien corridas, una con las tetas llenas de fluido vaginal y la otra con la boca mojada de lamer coño.
Pasaron un rato más viéndose, tocándose, se volvieron a excitar, se fueron a la cama, se masturbaban, cada una por su lado, después la una a la otra, esa fue una tarde de más de 7 orgasmos, entre cuatro tetas, dedos divinos que se movían a la perfección, dos lenguas hechas para dar placer. Jugaron, se besaron, se tocaron por todas partes, juntabas sus tetas, las escupían. Follaron mucho, varias veces, también en el baño, en la cocina, estaban insaciables, no había quién parara a esas dos lesbianas calientes, ardientes. Las dos se quemaron juntas ese día y hasta quedaron para otro día de placer.