Soy una mujer de 35 años y me encanta chupar polla mientras un hombre conduce su coche. No hay nada que me produzca más morbo que eso. Hace bastante tiempo que no lo hacía porque no se había presentado un chico que me motivara a hacerlo, hasta que por fin me presentaron a un tío que me llamó la atención. Lo conocí a través de una amiga y como ella sabe cuáles son mis fetiches de una vez me dijo:
– Carlos tiene carro.
Eso fue música para mis oídos y una alegría para mi boca, empecé a salivar y también mi coño comenzó a palpitar. Nada de pensar es mamarle la polla mientras conducía me hacía agua la boca. el tema era buscar que el tío me invitara a dar un paseo y que además le apeteciera dejarse mamar en el carro.
Me invitó a salir
Para mi suerte, el chico le pidió mi número a mi amiga y en cuestión de dos días me llamó para invitarme a dar un paseo a la playa, quería invitarme a comer y a tomar un poco de sol. Una salida divina para hacer cosas guarras.
Llegó el día de la salida, me buscó por mi casa y yo bajé vestida bien putica y con perfume de zorra, como si fuéramos de fiesta a hacer puti-vueltas. Nos saludamos y emprendió la marcha. De mi casa al mar eran como 45 minutos, así que hubo tiempo para charlar, reírnos y entrar en confianza. él miraba mis piernas y yo noté su deseo, deseaba tocarme. «Eres muy bella», me decía a cada rato. Cuando tomamos la gran avenida hacia la playa y vi que la carretera se prestaba para mis deseos, mi mano se fue directo a su pene. Para mi sorpresa, estaba duro. Ya saben que con ropa de playa todo se siente más rico y es de más fácil acceso.
Carlos brincó porque no se esperaba que yo fuera tan atrevida. Quité mi mano y le pregunté si le había disgustado. «Me agarraste por sorpresa, pero ahora quiero que me toques por debajo del short, si eres tan guarra como creo, sabrás cómo quitármelos sin yo detenerme». Mi risa de mujer perversa se encendió y pues claro que sé como bajar su pantalón, tanto como para poder tocarlo y después chuparlo. Pero todavía no llegamos ahí.
Esa polla bien parada
Él iba a subir los vidrios del coche y le dije que no, me gusta que la gente sospeche y que se de cuenta que algo pasa. Eso me excita, me gusta que me vean. Carlos jadeaba desesperado porque lo tocara. Me lamí la mano y comencé a pajearlo en el caro. «No vayas a dejar de manejar, sigue viendo al frente», le dije, pero podía sentir su respiración acelerada, estaba excitado como yo. Tengo ganas de cogerte, me decía.
Después de dejarlo bien caliente me fui directo a mamarle la polla. Su gemido me enloqueció y le eché la mamada de mi vida. Le pasé la lengua por la cabeza, la bajaba por todo el pene, qué polla más rica tenía, era grande y gruesa y estaba roja y más hinchada del placer. Mamas rico, me dijo, lo haces divino. «Me gusta que te guste», le dije.
En un momento de tanta excitación me dijo que quería estacionar el carro, que ya no podía más, que me quería penetrar por el culo y por la vagina, por todos lados, pero le dije que no, que su paraba yo no le iba a seguir chupando la polla. Sigue, sigue, me dijo, pero hoy, de que te cojo, te cojo, me respondió.
Se le salió la leche
La verdad es que yo mamo pene divino y Carlos no pudo aguantar mucho tiempo en explotar de placer. acaba cuando quieras, le dije. Y en eso sentí su leche caliente saliendo. Era tanta que trague un poco y otro poco se chorreaba por fuera de mis labios y recorría el asiento. se vino con todo, como si tuviera tiempo sin follar.
Sin pena alguna, me levanté, lo limpié todo con mi lengua y le acomodé el pantalón. Seguía manejando pero como en otra dimensión. Después de su acabada le pregunté si podía masturbarme mientras conducía, ya casi llegábamos a la playa. Claro, me dijo, pero cuando vayas a correrte paras, porque quiero ese orgasmo con mi pene dentro de tu vagina, me dijo. ¡Uff! Eso que dijo me hizo mojarme más de lo que ya estaba.
Me comencé a tocar el clítoris suave, gemía en su oído, recosté mi cabeza de su hombro. en pocos segundos ya estaba lista para correrme y le dije para y métemelo. Aunque él había llegado seguía duro, creo que nunca se había encontrado con una guarra como yo que a la primera salida le chupara el pene en el carro. Y con esa dureza, tiró el asiento para atrás, bajó el espaldar y me penetró como un toro, me daba duro, me quería reventar y yo me volví a correr.
Después de cogerme y cogerme por delante me dijo al oído: voltéate. Y con ese brío sexual me penetró por el culo, me lo metió completo y la verdad es que era muy rico como cogía, me daba duro, lo sacaba, lo metía, así estuvo jugando un buen rato, ya no estabas conscientes de nada alrededor, solo queríamos follar y allí me di cuenta que a él también le excitaba hacer guarradas en un coche.
La segunda corrida de mi desconocido
Es cierto, Carlos era prácticamente un desconocido para mí, era el amigo de una amiga, no sabíamos nada el uno del otro y ahí estábamos, follando rico dentro de su coche. Allí me regaló su segunda tanda de leche, me llenó el culo de su semen caliente y espeso, blanco, bien divino. Se tumbó ya débil, nos reímos un rato y después como si nada, nos fuimos a por unas burras y a tomar el sol. Ese día y hasta el día siguiente seguimos follándonos bien rico. Después de esa vez, no lo he vuelto a ver, pero sé que me va a llamar porque le dijo a mi amiga que yo había sido la mejor en mamarle la polla en su coche.